Los Pueblos del Mar es el nombre dado a un conjunto de culturas migratorias cuyos movimientos suponen el fin de la era de Bronce. De procedencia muy heterogénea, supusieron el derrumbamiento del Imperio de Hatti. Con ello acababa el monopolio del hierro y se democratizaba su uso siendo verdaderamente influyente a nivel arquitectónico, escultórico y por supuesto, militar.

Sin embargo hoy en día los investigadores se preguntan quienes eran esos “pueblos del mar” y que pretendían. Para analizar con propiedad a estos pueblos tenemos que darnos cuenta de que no tenían una conciencia común de nación. Es decir, no se sentían “pueblos del mar”, como un egipcio se sentiría egipcio, si no que es un término englobado a posteriori. Lo acuña en el siglo XIX el egiptólogo Emmanuel de Rougé, pero ya el faraón Merenptah, en la Gran Inscripción de Karnak habla de ellos como pueblos del mar, o pueblos extranjeros.

Para examinar sus asentamientos y las consecuencias de sus llegadas a distintos territorios sería más acertado analizarlos por separado. Empezando por uno de los que más enigmas suscita, que es el pueblo shardana. A estos se les relaciona con la cultura megalítica de los nuraghi de Cerdeña, por términos lingüísticos, arqueológicos y estudios genéticos. Las teorías más aceptadas hablan de que pudieron haber sucumbido a la defensa de Ramses III y haber tenido que emigrar al Mediterráneo occidental. Por sus cascos su origen sería balcánico. Otro pueblo que se vería obligado a migrar a la península itálica sería el tirreno. Estos darían origen a los etruscos, y provendrían de Asia Menor. Un caso muy diferente es el de los lukka. Sabemos que los pueblos del mar, y este no es una excepción, más de una vez fueron mercenarios a favor de grandes potencias. Sin ir más lejos es curiosa la complejidad de su relación con el Imperio Hitita. Los hititas les consideraron una potencia marítima, una talasocracia en toda regla. Nunca fueron sometidos y sus barcos asolaron las costas mediterráneas, participando a menudo como mercenarios. Se les sitúa en el mar de Mármara, y en Licia.

Muchos pueblos como los denyen o los tjeker surgieron de la región de la Hélade. A los denyen etimológicamente se les identifica con los dánaos, que eran los griegos, aunque expertos bíblicos los relacionan con la tribu de Dan, uno de los doce hijos de Jacob. Los tjeker en cambio, como los shelesh, y muchos otros son de origen incierto, y sólo la etimología y muy vagas referencias arqueológicas nos sirven de guía.index

Los que sí que se sabe claramente su origen son los peleset, identificados con casi total seguridad como los filisteos. Estos filisteos probablemente tendrían su origen en Siria. Conquistaron una gran parte de Canáan arrebatándosela al Imperio Hitita. Especialmente exitosas fueron sus campañas en Gaza, Ascalón, Asdod, Ecrón y Gat.

Grecia se conformaba por un conjunto de reinos que supeditados a palacios y vivían de dos factores muy importantes: comercio y guerra. Sus barcos a menudo practicaban la piratería sobre otras embarcaciones, pero en esencia eran comerciantes. Las relaciones de ese cariz solían darse con las grandes potencias del Mediterráneo oriental. Es decir, Imperios hitita y egipcios. De ellos dependía su comercio en esencia.

Pero no menos importante eran las relaciones de la guerra. La guerra se solía hacer en nada menos que carros de combate, tirados por caballos y profundamente costosos. Cuanto más poder monetario, más poder militar, pero no podemos olvidar un importante factor: el hierro.

El hierro es un metal muy fácilmente extraíble y muy común, a diferencia del bronce, que necesita del escaso estaño para ser producido. Además de eso es profundamente más duro, que el bronce el se parte fácilmente. Es decir un metal más efectivo y mucho más accesible.

Así, se desbanca la posición de las élites guerreras, pero aun debería quedar su vertiente comercial. Se sabe que en este aspecto fue la caída de las grandes potencias del mercado mediterráneo, y la instauración de muchas talasocracias lo que provocó el fin marítimo. Si un pueblo más numeroso y poderoso que el griego dominaba los mares, el comercio ventajoso corría peligro, y la piratería sería impensable.   Es decir la aristocracia perdía sus dos pilares para ser los más poderosos. Comenzaba así la Edad de Hierro.

En ese momento es cuando el mundo micénico cae y da paso a una Edad Oscura donde aparecen las poleis. Es decir cuando desaparece esa cultura de palacios se da lugar a una cultura de aglomeraciones urbanas muy independientes entre sí. Distinta moneda y costumbres, nada tendrían que ver Atenas o Tebas salvo su contexto socio-cultural heleno. Además los reyes irán desapareciendo para dar paso a un mayor reparto de poder. Es decir a las oligarquías, que encontrarían en la ciudad de Esparta su máxima expresión.

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El alfabeto sería recuperado gracias al contacto con los fenicios y a la adaptación de este a su lengua propia, perdiéndose el silabario Lineal B. Es decir provocaría grandes cambios en la lengua como veremos en el siglo VIII. La sociedad se estructurará en tres estamentos. El primero el de los thetes, que son hombres libres pero en precaria posición, como los jornaleros. Los demiurgos, que podrían ser artesanos; rapsoda; o adivinos, que estaban mucho mejor considerados. A menudo estaban protegidos por la aristocracia en pactos temporales. Y por último la figura del doulos, producto de la guerra y la esclavitud, el esclavo. Trabajaban en las peores condiciones posibles.

En el apartado político hemos comentado que surge una oligarquía a partir de la anterior monarquía. Los aristoi deciden ir prescindiendo paulatinamente de esa figura. Por ejemplo en Esparta se establecerá lentamente una diarquía, es decir dos reyes. Lejos de tener más poder, al final funcionarán como embajadores y generales, teniendo el poder real los éforos. Así hasta el siglo VIII, donde comenzaría el colonialismo y el germen del clasicismo.

Examinando esta convulsa época es muy remarcable el cambio de relación de poderes entre los fenicios y los hititas. Los fenicios eran de Biblos, Sidón y Tiro principalmente, ciudades costeras. Debido a su escasez de metales pero abundancia de otros materiales, siempre habían sido muy dados al comercio. De hecho fueron uno de los mejores navegantes del Mediterráneo durante toda la Edad Antigua. No son un estado per sé, pero sí que tienden a actuar conjuntamente, pues sus particularismos culturales les otorgan ciertos intereses entre sí. Además estaban bajo un protectorado egipcio cuyas tasas comerciales e impuestos eran muy fuertes. No sólo eso, sino que los hititas tarde o temprano volverían a atacarlos, y debían depender de la ayuda del faraón de turno. Es decir dependían de todo el mundo excepto de sí mismos para mantener su modo de vida.

Los hititas en cambio eran una suerte de Imperio confederado entre varias ciudades heterogéneas que sufrían los costes de las largas guerras contra Egipto, malas cosechas y hambrunas, y deficiencias en la gestión administrativa por parte de sus gobernantes. Por lo tanto, los hititas estaban en permanente conflicto civil y aun hoy se discuten sus causas, pero está claro que la llegada paulatina de estos pueblos tuvo mucho que ver en su caída. Y que los incendios de Ugarit y Hatti, la mismísima capital, presentan patrones semejantes a los incendios de Asia Menor y otras regiones asoladas por los Pueblos del Mar. Seguramente fuese una concatenación de factores como una guerra civil, invasiones de otros pueblos, hambrunas y crisis económica. El caso es que el Imperio Hitita llegaba a su fin, pese a haber tenido nada menos que el monopolio del hierro.

Hablábamos antes de los incendios característicos de los invasores a finales del Bronce Tardío. La verdad es que en ninguna ciudad fenicia podemos encontrar esas similitudes, pues están intactas. Pese a parecer, por su riqueza y su enclave un objetivo primordial para cualquier talasocracia saqueadora, no fue tocado. No solo eso si no que no se registran en absoluto batallas cerca, ni asedios realizados durante la época. Y lo que es más inquietante, como potencia naval y comercial debieron haberse resentido como los micénicos. Pues bien, en ningún momento la economía sufre ninguna variante como vemos a raíz de posteriores estudios.

Esto podría ser un indicio de que tuvieron alguna relación estas dispares culturas para que en ese momento de colapso de civilizaciones ambas salieran reforzadas. Y es que durante la Batalla del Delta del Nilo, acaecida entre las fuerzas de Ramses III y los Pueblos del Mar, el resultado fue ideal para los intereses púnicos. Las facciones que habían arrasado a sus enemigos pasaron de ser imprevisibles nómadas a actuar de “estado tapón” entre Egipto y ellas. Esto daría más libertad económica aun.

Gracias a esa libertad financiera, los fenicios crecerían en importancia y prosperidad. Tanto es así que el siguiente alfabeto griego sería formado por caracteres de su propio abecedario. Y al ser tan ricos se convertirían en objetivo de potencias terrestres como la babilónica, la asiria o la persa. Y esto produciría las colonizaciones de las que surgirían Gadir, Sarda, o incluso la poderosa Cartago. Abrirían el camino a multitud de viajes en los que llegarían a circunnavegar África. Y marcarían el sendero para que las siguientes potencias navales como los griegos e incluso los romanos explotasen el potencial de la navegación

Egipto era la otra gran potencia mundial junto con el Imperio hitita. Egipto al ser un don del Nilo, conocía bien técnicas de navegación y por ende comerciaba. Esto implicó que la instauración de talasocracias como la de los lukka no le favoreció en absoluto. Menos aun cuando Egipto debía financiar mercenarios, un enorme plantel de funcionarios como nunca se había visto y sus costosas guerras.

Sin embargo no es menos cierto que el país africano tiene el honor de haber logrado detener las migraciones violentas que supusieron los Pueblos del Mar. El principal artífice de todo esto fue Ramses III, que trató de recuperar una grandeza que Egipto ya nunca recobraría. Comenzaba así un lento declive de la otrora nación más poderosa del Mediterráneo. A través de un análisis de su reinado podemos observar estos factores y hechos que condicionarían el mundo egipcio para siempre

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En su relación directa con los Pueblos del Mar y las invasiones varias que sufrió su tierra por aquel entonces. Aunque Egipto para ello debió gastar muchos recursos económicos y humanos. Al fin y al cabo, se jugaba su supervivencia y tenían claro el destino que les pasaría con tan solo mirar a sus vecinos hititas. Así que hizo una llamada de armas general, y les frenó en el Delta del Nilo con sangrientos enfrentamientos, aunque su peor enemigo fueron los libios. Estos eran demasiado numerosos para rechazarlos así que tras unas victorias estériles decidió tratar de integrarlos, y pagarles para que luchasen para él. Tuvo que ceder la frontera con Palestina, nunca recuperaría aquellos territorios.

Todas estas acciones tendrían obvias respuestas en su política interior, por supuesto. Mantener tres guerras que sencillamente no se pueden ganar en tres frentes y convocar levas implica falta de mano de obra temporal (convocados) y permanente (fallecidos, tullidos etc). Además implica un fortalecimiento de los mercenarios libios cuya adaptación no sería precisamente óptima. Tuvo que endeudarse con la clase sacerdotal tebana, adquiriendo esta excesivo poder, al no tener Chipre ni tierras cananeas para sufragar estos gastos.

Y al tener que contentar a tantos estamentos se olvidó del que más sufría las consecuencias de la inflación: la mano de obra. Estos por retrasos de partidas de alimentos realizarían nada menos que las primeras tres huelgas documentadas de la historia. Esto provocaría un aumento de asaltos a las necrópolis y que la clase sacerdotal tebana fuese más avariciosa. Como más tarde le ocurriría a muchas otras civilizaciones, Egipto sufría más la inflación que ataques externos.

La verdad es que Egipto nunca recuperaría su grandeza de antaño, comenzando un proceso lento de declive. En cuanto a Ramses III, perdió el respeto de la clase funcionarial como prueba el hecho de que apoyasen la conspiración de su esposa y la anterior del visir para matarle. Poco después falleció y su momia muestra signos evidentes de violencia, concretamente la garganta cortada. Tanto había mermado el poder del farón que su hijo Ramses IV no le vengó y proclamó una amnistía general.

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Batalla del Delta entre Ramsés III y los pueblos del mar en el siglo XII a.C. Templo de Medinet Habu, Tebas

Al final, tenemos que dar la razón a varios autores que sostienen que la llegada de los Pueblos del Mar no supuso simplemente un conjunto de movimientos migratorios. Fue algo más, fue la suma de personas que lograron que la civilización colapsase tal y como se conocía. Los Reinos Micénicos desaparecidos, el Imperio Hitita extinto, y Egipto nunca recuperaría su grandeza. En esos años críticos los tiempos adoptarían otro devenir…La Edad del Hierro había comenzado.

4 COMENTARIOS

  1. Hola. Un artículo muy bien desarrollado sin dejarse llevar por los tópicos de siempre sobre los «Pueblos del mar». Por cierto, ¿han leído sobre las teorías de Robert Drews? Si eran mercenarios a sueldo de los grandes estados de la edad del bronce, este autor sostiene que aprendieron a enfrentarse y a anular las grandes formaciones de carros de combate típicas de esta época. (The end of the bronze age. Robert Drews) Lo que les dio una ventaja enorme sobre ellos y les permitió vencerles y conquistarles. Gracias y un saludo

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