Roma, la ciudad eterna, una de las ciudades con mayor Historia a lo largo de los tiempos. Cuna de personajes inolvidables, momentos felices y también sangrientos, sede de la Iglesia y ciudad de la prostitución. Lo sacro y lo profano, la cordura y la locura. Posiblemente estemos hablando de la ciudad más polifacética desde su fundación. En este artículo haremos un repaso por los emperadores más locos del antiguo Imperio Romano.

Cabe decir que lo que ha llegado a la actualidad por parte del Imperio Romano es una maraña de fuentes muy complejas en las que se diviniza o ataca a determinados emperadores solo por tener en contra al senado o a determinados sectores poderosos. De esta manera, no es del todo fiable que hicieran o no estas cosas de las que se les acusa. Dicho esto, comencemos.

Calígula personalidad y actos

Siendo hijo de Germánico nada podía salir mal, ya que era uno de los personajes más queridos del Imperio, famoso por sus grandes cualidades como general, y también un auténtico genio en lo que respecta a sus labores intelectuales tal y como nos cuenta Suetonio. Es más, tenía todas las papeletas para ser el futuro emperador. Sin embargo, su asesinato durante el gobierno de Tiberio – posiblemente él también estaba envuelto en el asesinato – a manos de Cneo Calpurnio Pisón hizo que la sucesión fuese más compleja y acabase recayendo en la figura de uno de sus hijos: Calígula. Éste recibiría el sobrenombre de las sandalias que llevaban los legionarios romanos ya que a sus padres les hacía especial gracia hacerlo desfilar como legionario en los campamentos romanos que comandaba Germánico.

La juventud del emperador
Estatua de Calígula.

Según narra Suetonio, Calígula llegaría al poder tras quitarse de en medio a sus rivales políticos para posteriormente asfixiar con una almohada a Tiberio en su lecho de muerte.

Parecía un joven capaz, preparado y con ganas de ejercer el imperium. De hecho, los primeros compases de su reinado fueron impecables para con el pueblo: repartió dádivas, perdonó a los traidores, desterró a los violadores, y elaboró fastuosas fiestas. Simultáneamente estaba intentando reforzar el poder frente al senado, quizás sea esta la razón de que sea puesto como un auténtico sádico. Sea como fuere, sufrió una terrible enfermedad y a partir de este momento empezó a creerse Dios. A partir de este momento, su gobierno se convirtió en una vorágine de sexo, sadismo y sangre. Uno de los primeros detalles destacables era que cometía incesto con sus hermanas, llegando a desarrollar cierta obsesión con Drusila, a la que trataba como su esposa. También hacía que las mujeres de los senadores se casaran con él. Senadores a los que persiguió incansablemente al igual que a otros hombres ilustres del momento. En general, cualquiera podía ser sujeto de su ira y acabar en la cárcel o como merienda de las fieras.

Suetonio no para de incurrir en la capacidad de sadismo que desbordaba a Calígula. Disfrutaba haciendo torturar a los presos lentamente, viendo como languidecían, incluso menciona que en una ocasión se equivocó de víctima y exclamó algo parecido a «Algo habría hecho también». Le gustaba la muerte y la tortura desde pequeño, pero con más mesura. Tal es así, que en ocasiones se compadecía de que durante su gobierno no hubiera pasado nada terrible, como si había ocurrido en la época de Augusto (el bosque de Teutoburgo), su imperio sería olvidado de tan feliz que era, según sus propias palabras.

Claro, en consecuencia, llevaba una vida ostentosa, llena de fiestas, banquetes, orgías -aliñadas habitualmente con algunas decapitaciones en directo para entonarse-, construcciones ciclópeas y ropajes y joyas vistosas. También le gustaban mucho las carreras de cuadrigas, al punto de querer nombrar cónsul a su caballo favorito: Incitatus.

Así que el erario público entró en bancarrota a una velocidad inusitada. En respuesta, empezó a hacer nuevos impuestos, endureciendo sobre todo el impuesto de sucesiones y acabando en muchos casos con los privilegios de muchas familias antiguas, como la de los Pompeyos.

Un momento especialmente gracioso en la vida de Calígula fue cuando nació su hija. Como el Imperio estaba tan pobre, pidió que todo el mundo le diera dinero yendo a su palacio a entregárselo. Se podría decir que se marcó un Lola Flores con su clásico «si cada español diera una peseta». Solo que a él le salió bien, especialmente bien, de tal manera que acabó engrandeciendo su tesoro a unos niveles tan colosales al punto de tener una habitación llena de oro, en la que gustaba de revolcarse y lanzar las monedas al aire en un desenfreno de jolgorio y diversión sin parangón.

Homer 24 kilates
En memoria de @HistoriaMilita, en paz descanse.

Tampoco se puede hablar de él como un gran general, ya que sus experiencias fueron bastante nefastas. Para empezar, en Germania actuó con sus tropas de una forma totalmente anormal, ordenando marchas forzadas extenuantes sin sentido, o licenciando a los centuriones primipilarios por ser demasiado viejos.

No podemos imaginarnos la cara de los legionarios, curtidos en combate, con años de guerra a sus espaldas y décadas de servicio por delante cuando les hizo formar con la artillería en la playa frente a Britania. Expectantes, las tropas recibieron un discurso en el que le declaraba la guerra al mismo Neptuno y mandaba a sus aguerridos infantes a recolectar todas las conchas de la playa en una batalla sin cuartel contra el Dios de los mares. A su regreso, celebraría un triunfo, tomando como botín a galos altos a los que había obligado a vestir a la manera germana. Pero pronto, tres años, ocho meses y diez días después de su reinado, le llegaría la muerte.

La muerte de Calígula

Las ejecuciones sumarias de Calígula, el enfrentamiento con los senadores y su política financiera manirrota hicieron que se pusiera a mucha gente en contra, entre otros a su propia Guardia Pretoriana que había sido aumentada en este periodo a diez cohortes. En una conspiración anterior había salido a relucir el nombre de Marco Arrecino Clemente, prefecto del pretorio, que juró y perjuró que no había conspirado en ningún momento. De esta manera, no fue ajusticiado, pero en un mundo de intrigas políticas constantes, parecía que en cualquier momento podían ser asesinados por orden del emperador, así que la solución para salvar su pellejo era conspirar, esta vez de verdad.

Calígula con atavios modernos
Interpretación de Calígula en la Edad Moderna

Muchos altos cargos de la guardia pretoriana estuvieron en el plan para darle muerte -por ejemplo, Casio Querea porque le llamaba siempre afeminado-, pero también libertos y senadores, como Annio Viniciano. Tal como dice Anthony A. Barret, el complot no tenía un rumbo claro y fue ocasionado como en muchas otros momentos, por haber llevado a cabo una política excesivamente represiva, el miedo a veces alienta las conspiraciones en vez de apagarlas.

Fue asesinado mientras iba de camino a escuchar una canción en su honor por el grupo de conspiradores que le propinaron cerca de 30 puñaladas en el pecho, mandíbula y genitales. Se ensañaron con el cuerpo y después huyeron, cuando la guardia corrió a auxiliarle, momento en el que algunos de los conspiradores también cayeron muertos.

La anarquía se hizo palpable en Roma en el momento posterior a su muerte, pero pronto se elegiría a otra figura que sería radicalmente opuesta: su tío, Claudio. Un hombre con una apariencia enfermiza, cojo, tartamudo y posiblemente con parálisis cerebral, pero capaz de rodearse de un equipo de trabajo excelente que reformó el Imperio de una forma excepcional.

Pero ¿qué hay de cierto en esto?

Para Aloys Winterling es algo que hay que coger con pinzas. Si nos remontamos a las fuentes contemporáneas de Filón de Alejandría y Séneca (que decía tener furor e insania), no pueden saber a ciencia cierta si esto era real o no. En lo que si llegan a coincidir los dos pensadores es que estaba totalmente loco. Pero, de nuevo según el historiador germano, en muchas ocasiones se intenta plantear que Calígula es un auténtico loco, desdibujando o falseando hechos que se descontextualizan con la intención de mostrar un carácter irracional y sin sentido, buen ejemplo de esto podría ser la reforma de las sucesiones, en las que quizás buscase acabar con las férreas oligarquías que concentraban quizás demasiado poder para un emperador que quizás no se sentía con el suficiente poder para llevar a cabo una reforma política de gran calado. De hecho, es posible que tras la historia que nos ha llegado sobre Calígula, lo que realmente exista sea eso, una lucha entre el orden senatorial que buscaba mantener sus antiguos privilegios y un emperador que quería reforzarse y recuperar el poder de Augusto tras un Tiberio bastante despreocupado en sus labores de gobierno. No podemos olvidar, que Tiberio se quería marchar a una isla para dedicarse a la filosofía justo cuando fue nombrado sucesor del Imperio.

El hecho, por ejemplo, de que Calígula se considerase un dios no es excesivamente extraño y prácticamente toda la sociedad lo acató sin ningún tipo de recelo. Hay que tener en cuenta que Augusto y César se habían considerado a sí mismos como descendientes de Venus, algo que argumenta Guy de la Bédoyère en su obra sobre los pretorianos. Respecto a sus campañas en Germania, todo apunta a que realmente recelara de la fama que estaba obteniendo Léntulo Gentúlico, al que no dudó en ejecutar. Además buscaba reforzar su imagen de dos maneras: reclutando una guardia bátava como hizo Augusto y rememorando las hazañas de su padre, Germánico. De esta manera, no es impropio pensar que quizás Calígula no estaba tan desacertado en su pensamiento, sino que se ha buscado desprestigiar su figura.

Las cosas no son siempre tal y como se creen, creer a pies juntillas las fuentes clásicas podría ser catastrófico para nuestra disciplina, ya que la separación temporal hace que hayamos perdido muchas referencias que nos permitan hacer una reconstrucción realmente lógica de los hechos. Todo parece apuntar a que fue un gobernante bastante populista y nefasto, pero podemos pensar sin equivocarnos, que muchas de las aberraciones que se cuentan de él, podrían ser falsas

Además, por extraño que pueda parecer, la gente encuentra terriblemente divertido que una persona enferma gobernara y cometiera toda una serie de atrocidades que alimentan nuestra parte más morbosa. De esta manera, a veces, damos rienda suelta a nuestras aspiraciones de diversión y olvidamos nuestro espíritu crítico para separar el grano de la espiga.

Calígula en "Yo, Claudio"

Bibliografía:

Filmografía:

Si hay una serie magistral de la BBC que no os podéis perder es «Yo, Claudio», una miniserie de 13 capítulos con una estupenda puesta en escena con actores muy teatrales y que entrelazan una serie de tramas magistrales mostrando las intrigas y vida de la alta aristocracia romana.

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