ANTECEDENTES

Tras la derrota de los ejércitos prusianos en las batallas simultáneas de Jena y Auerstädt  a finales de octubre de 1806, parecía que la guerra de la Cuarta Coalición llegaba a su fin.  Sin embargo, la toma de Berlín y la aniquilación de los ejércitos prusianos no condujeron a la paz, sino que los rusos mantuvieron su apoyo a los prusianos y éstos, a su vez, decidieron continuar con la lucha. Es en este caso donde se denota que Napoleón no pudo conseguir una victoria «perfecta» como en Austerlitz y, por lo tanto, tendría  que pasar otros seis largos meses de dura campaña de invierno antes de que Prusia se viera obligada a firmar la paz con «El Pequeño Cabo».

LA ACCIÓN DE IONKOVO

Tras su estancia en Varsovia, Napoleón recibió, a finales de enero de 1807, noticias alarmantes. El general ruso Bennigsen planeó un ataque sorpresa contra fuerzas del Primer y Cuarto Cuerpo franceses situados en Möhrungen. A pesar de todo, el mariscal Bernadotte pudo repeler el ataque de la vanguardia rusa con unos 9 batallones el 25 de enero. Ante esta situación, Napoleón mandó el 27 de enero que la Grande Armee saliera de los campamentos de invierno para responder al ataque ruso.

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La campaña de 1807 en Polonia. (CHANDLER, David. Las campañas de Napoleón:  un emperador en el campo de batalla, de Tolón a Waterloo (1796-1815). Madrid: La Esfera de los Libros, 2008, pp. 564-565).

El Emperador menospreció la capacidad de iniciativa de Bennigsen. Éste había comenzado una acción ofensiva por el norte de Polonia, teniendo una oportunidad para coger por sorpresa al flanco izquierdo francés que estaba todavía en sus cuarteles de invierno. Esta maniobra fue planeada en Novgorod el día 2 de enero y se puso en marcha con unos 75.000 soldados rodeando el bosque de Johannesburgo. Sin embargo, las tropas rusas se encontraron de frente con algunas columnas francesas del cuerpo del mariscal Ney que permitió poner en alerta al resto del los cuerpos franceses, sobre todo, al de Bernadotte.

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Napoleón Bonaparte, emperador y general francés (1769-1821)

Enseguida, Napoleón analizó una nueva estrategia y elaboró un plan para neutralizar la ofensiva rusa del norte. El plan consistía en que si los rusos seguían avanzando por el oeste, el flanco izquierdo y la propia retaguardia del ejército ruso quedarían muy vulnerables ante un ataque procedente del sur. Napoleón ubicó en Varsovia su propio centro de operaciones y situó Allenstein como el principal objetivo de avance del ejército francés. Ante esta situación, los cuerpos de los mariscales Soult, Davout y Augereau marcharían bordeando el río Alle, mientras que la reserva de caballería y de la propia guardia se dirigirían por Villenburg. Napoleón, pensando que Varsovia sería vulnerable ante un posible ataque desde el este, ordenó al Quinto Cuerpo que se dirigiera más hacia el este por Brok. Entre tanto, en el curso bajo del Vístula, el general Lefebvre recibió órdenes de abandonar el sitio de Danzig y trasladarse a Thorm. Por otro lado, Napoleón, para que Bennigsen cayera en la trampa y siguiera avanzando hacia el oeste, comunicó al mariscal Bernadotte proseguir con su retirada por el territorio de Osteröde.

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Si el plan tenía éxito, el centro ruso se desmoronaría y las otras dos partes del ejército de Bennigsen se verían obligadas a retirarse en caminos opuestos. A pesar de que Napoleón tomará muchas precauciones a la hora de no revelar sus intenciones al enemigo, los rusos se percataron de sus intenciones debido a que un grupo de cosacos consiguieron apresar a un oficial de Berthier que tenía órdenes de trasladar las directrices del plan al mariscal Bernadotte. Parece ser que el oficial se perdió en el territorio polaco y que acaba de salir de la academia militar, careciendo totalmente de experiencia. Los documentos que tenía fueron entregados a Bennigsen y éste se percató de la suerte que tuvo en evitar una catástrofe, debido a que cabalgaba sin pensar, con el objetivo de destruir al cuerpo de Bernadotte.

 Napoleón, desconocedor de que los rusos conocían sus planes, continuó dando instrucciones a sus subordinados. Solo cuando Murat informó al Emperador de que no había rastro de los rusos en Allenstein, éste quedaría muy sorprendido. No estaba muy seguro dónde se encontraba el ejército ruso ni cuales eran sus objetivos y, además, no sabía la posición exacta de sus propios cuerpos. Por otro lado, se percató de que el ejército ruso estaba retirándose pero que, posiblemente, presentaría batalla en algún lugar cerca de Allenstein o Güttstadt para intentar cubrir la retirada. La Historia daría la razón a Napoleón, aunque no en los lugares indicados. Dirigiéndose a Allenstein, Napoleón descubrió que los rusos estaban a tan solo unos 10 km de dicha ciudad y que el centro de Bennigsen estaba en los alrededores de Ionkovo. El Emperador decidió atacar de forma inmediata al enemigo para intentar conseguir una victoria contundente y terminar la guerra.

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Levin Augusto von Bennigsen (1745-1823).

En un primer momento, todo fue bien. La caballería del cuerpo del mariscal Soult cargó contra los rusos por el camino hacia Güttstadt, donde consiguieron hacer 1.600 prisioneros. No obstante, la artillería francesa no presentó batalla hasta bien entrada la tarde. Aun así, el ataque al centro ruso tuvo bastante éxito, y los mariscales Ney, Saint Hilaire y Murat controlaron los objetivos locales. Por otro lado, Augereau aún no se había reunido con sus fuerzas y esto hizo imposible que Napoleón pudiera reservar tropas hasta el momento decisivo de la batalla (masse de décision). Las condiciones meteorológicas y la llegada de la noche imposibilitaron a Soult continuar con sus ataques y sólo se pudo mantener el terreno ganado colocando una pequeña cabeza de puente en el lado occidental del río Alle.

Napoleón creía que obtendría una victoria que diera un golpe decisivo al ejército ruso al día siguiente. Augereau llegó al campo de batalla seguido de las divisiones de la Guardia Imperial. Además,  el cuerpo del mariscal Davout, que se encontraba muy cerca,  podría asegurar  una posible maniobra envolvente. No obstante, los rusos, no se dirigieron a la posición esperada, sino que se desviaron dirección Landsberg y, al amanecer, los rusos habían conseguido escapar habiendo ya una separación entre franceses y rusos de unos 28 km. Napoleón tuvo que reconocer que la victoria aplastante que le asegurara el final de la guerra, se le había escapado. A pesar de todo, consiguieron parte de los depósitos de suministros de los rusos, así como varios arsenales de armas que subieron la moral de las cansadas tropas francesas. Retomaron el camino hacia el territorio de Deppen y, al final del camino y sin saberlo, les esperaba el campo de batalla de Eylau.

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www.wikiwand.com/fr/Bataille_d´Eylau

LA BATALLA DE EYLAU

El 5 de febrero, el ejército francés estaba persiguiendo al ejército ruso de Bennigsen. Los mariscales Murat y Soult estaban yendo a Lansberg, Davout al territorio de Heilsburg para controlar sus puentes y Ney a Wormditt, con las órdenes de evitar a toda costa que el ejército prusiano de refuerzo al mando del general Lestocq, pudiera unirse a los rusos. Al anochecer del día 6, el ejército ruso, llegó a Eylau y mantuvo posiciones para hacer frente a las tropas francesas comenzando así, la batalla de Eylau.

Según Chandler: «ninguna de las grandes batallas de Napoleón está rodeada de tanta incertidumbre como la de Eylau. En ella se unen realidad, mito y propaganda, y cada autoridad da una descripción diferente de casi cualquier aspecto o fase del combate. Todos coinciden en que fue una auténtica carnicería y que se desarrolló bajo unas condiciones insoportables, pero no hay unanimidad en casi nada más». 

Aunque Napoleón estaba contento debido a que por fin podría intentar librar la tan esperada batalla, la posición del ejército francés no era la más idónea. Tras el combate de Ionkovo, las fuerzas francesas estaban más disgregadas de lo normal haciendo peligrar la idea de moverse por separado pero luchando juntos, es decir, concentrarse justo en el momento adecuado para iniciar la batalla, y evitando así que el enemigo supiera donde iba a recibir el mayor golpe. Esto se consiguió gracias a la formación de los cuerpos de ejército en los que cada uno tenía dotaciones de artillería, caballería e infantería, que demostró ser la mejor formación militar, en cuanto a movilidad se refiere, durante las Guerras Napoleónicas (1804-1815).

Las primeras fuerzas francesas en situarse en Eylau fueron las de Soult y las de Murat al mediodía del día 7, y después las de Augereau y las divisiones de la Guardia Imperial. En la noche del día 7, Napoleón tenía a su disposición unos 45.000 soldados, más los cuerpos de Davout y Ney que se acercaban poco a poco al campo de batalla, sumándose otros 30.000 hombres entre ambos cuerpos.  Ney tomaría posiciones en el flanco izquierdo y le seguía, muy de cerca, el general prusiano Lestocq para intentar unir fuerzas con Bennigsen. Por otro lado, Davout  se aproximaba desde el sur, concretamente desde Bartenstein. Bennigsen contaba con fuerzas cercanas a los 70.000 soldados más los 9.000 soldados de refuerzo prusianos que tenían la esperanza de poder llegar al día siguiente. Por último, habría que hacer referencia a la artillería de ambos bandos, en la que la rusa, era bastante superior a la francesa contando con aproximadamente 450 cañones (250 piezas de artillería más que Napoleón).

El Emperador parece ser que decidió  atacar el enclave de Eylau con el objetivo de privar dicho enclave al enemigo, brindar a su tropas protección frente a la fría noche, y demostrar a Bennigsen una superioridad de fuerza con el objetivo de no hacerle huir durante la noche. Numerosas autoridades e historiadores no defienden esto  y afirman que Napoleón se vio obligado a atacar debido a una serie de errores en cuanto al posicionamiento de los mariscales Soult y Murat. A su vez, esto defendería la lógica en el sentido de que no le supondría ninguna ventaja el atacar a un enemigo en inferioridad numérica como consecuencia de  que no habían llegado, todavía, los cuerpos de los mariscales Ney y Davout. El capitán Marbot relata lo que podría ser una prueba directa de lo que sucedió en realidad: «los asistentes personales del Emperador llegaron a Eylau con el equipaje de su superior, sin saber que la vanguardia rusa estaba tan solo a unos metros de la ciudad. Los atacó una patrulla enemiga, y los habrían hecho presos de no ser por el destacamento de la Guardia que siempre escoltaba el equipaje del Emperador. Al oír los disparos las tropas del mariscal Soult, que estaban situadas en las puertas de la ciudad, acudieron a rescatar el equipaje y se encontraron con que ya lo estaban saqueando. El general enemigo, creyendo que los franceses pretendían apoderarse de Eylau, envió refuerzos al lugar, y de este modo se generó un sangriento combate en las calles de la ciudad…». 

Se podría pensar que la típica escaramuza se convertiría en un conflicto mucho más amplio como ocurrió en Gettysburg (1863). Los combates se prolongaron hasta bien entrada la noche y duró unas ocho horas. Los enfrentamientos más difíciles se llevaron a cabo en el cementerio, el cual pasó de mano en mano hasta que al final los franceses se hicieron con el de manera consolidada junto a todo el enclave de Eylau. Tanto los rusos como los franceses sumaron en total 8.000 bajas aproximadamente. Los franceses establecieron posiciones al llegar la noche y fueron las horas de penumbra más duras de esta campaña. Parece ser que las temperaturas bajaron más allá de los 30 grados bajo cero. Muchos franceses tuvieron la suerte de pasar la noche cubiertos, sin embargo, los rusos, pasaron la noche al raso. Por otro lado, en ambos bandos, escaseaba la comida debido a que las caravanas no podían avanzar por unas carreteras totalmente repletas de soldados y artillería.

El amanecer del día 8 no frenó los sufrimientos de los soldados debido a las condiciones climáticas: las continuas tormentas de nieve dificultaban la visión de las posiciones enemigas. Finalmente, los franceses pudieron apreciar que los rusos ocupaban una especie de sierra ubicada a 1 km de Eylau. Respecto al número de soldados que había en cada bando, se estipulan las cifras en torno a 75.000 soldados franceses con la llegada de los cuerpos de Davout y Ney, y de aproximadamente 76.000 rusos tras la llegada de los refuerzos del general prusiano Lestocq. Por lo tanto, numéricamente, ambos bandos estaban muy equilibrados, aunque si bien es verdad que Napoleón estuvo prácticamente un día entero en inferioridad numérica hasta la llegada de los cuerpos de Ney y Davout.

Las divisiones de Soult, junto a toda la artillería francesa, tendrían como misión concentrarse en el centro ruso y eliminar a todos los enemigos posibles, retrasando la iniciativa rusa hasta la llegada de Davout en el flanco derecho francés. La misión de Davout sería la de expulsar a los rusos hasta el río Alle al este y empujar al enemigo mediante un plan de rodeo. Augereau y Murat formarían la famosa masse de décision, que atacaría justo en el momento decisivo contra el flanco izquierdo ruso. La Guardia Imperial, como de costumbre, se mantuvo en la reserva. Napoleón, por otro lado, esperaba con impaciencia a Ney para intentar cerrar el paso a Königsberg y poner en un grave aprieto a los rusos si la dicha estratagema de rodeo surgiera efecto.

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La batalla de Eylau, 8 de febrero de 1807: la batalla de la mañana. (CHANDLER, David. Las campañas de Napoleón: un emperador en el campo de batalla, de Tolón a Waterloo (1796-1815). Madrid: La Esfera de los Libros, 2008, pág. 583).

Si el supuesto rodeo hubiera salido bien, podría haber sido un triunfo militar mayor que el del propio Aníbal en la batalla de Cannas (216 a.C.). A pesar de todo, los franceses situaron dos divisiones del cuerpo de Augereau emplazadas en la parte norte de Eylau. Los flancos norte y sur de los franceses fueron ocupados por las divisiones de caballería dirigidas por Lasalle y Milhaud. Augereau, por otro lado, mantuvo dos divisiones entre las zonas de Eylau y Rothenen, con el resto de la caballería del mariscal Murat. La Guardia Imperial se emplazó de forma más adelantada de lo habitual con el objetivo de mostrar fortaleza al enemigo y ocultar así los síntomas de inferioridad numérica que, sin duda, preocupaban al Emperador.

Por otro lado, los rusos se habían dispuesto de la siguiente manera: en frente de las tropas de Soult y Lasalle, Bennigsen, emplazó a Tutchkov junto a sus divisiones teniendo al frente el poblado de Schloditten. En el centro ruso, colocó dos baterías de 60 y 70 cañones respectivamente. En el flanco izquierdo situó a Tolstoi y a Kamenskoi, mientras que en la reserva situó al experimentado Doktorov con dos divisiones y una batería de aproximadamente 60 cañones. La restante artillería rusa fue emplazada de manera equilibrada a lo largo del frente.

Parece ser que los rusos iniciaron el primer ataque a eso de las ocho de la mañana del día 8 de febrero. La artillería francesa respondía al fuego ruso y esta, aunque inferior en número, consiguió hacer más bajas entre los rusos debido a que las posiciones rusas estaban más concentradas frente a las francesas, mucho más protegidas entre las estancias de la propia Eylau.

Tras iniciarse los primeros ataques de artillería, Napoleón mandó a Soult y Lasalle que lanzaran un ataque contra el flanco derecho ruso con el objetivo de evitar que Bennigsen se centrara en su flanco izquierdo, donde se realizaría, según los planes, la principal ofensiva francesa. El cuerpo de Davout se acercaba poco a poco por el sur, pero aún quedaba tiempo para preparar el combate principal. Las fuerzas de Soult empezaron a avanzar medio kilómetro para provocar el avance del flanco derecho ruso con Tutchkov a la cabeza. Esto dio resultados y el ala derecha rusa comenzó a avanzar hacia los pantanos y los lagos congelados para atacar a la división de Lewal. Las tropas del mariscal Soult se vieron obligadas a retroceder de nuevo a Eylau a la vez que la caballería rusa lanzaba su ataque contra las tropas de Friant.

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Mariscal Jean de Dieu Soult (1769-1851)

La situación en los flancos franceses alarmaba a Napoleón. Soult se vio obligado a retroceder mucho antes de lo previsto. En este momento, Napoleón, tenía dos opciones: reanudar el ataque para liberar a las apuradas fuerzas del general Friant y proseguir con la batalla intentando derrotar a los rusos, o hacer retroceder al Cuarto Cuerpo y al propio general Lasalle, para intentar ganar tiempo y que llegaran los mariscales Davout y Ney a la batalla. Finalmente, Napoleón se decidió que actuara la masse de décision, es decir, ordenó al mariscal Augereau y Saint Hilaire contra las posiciones rusas del flanco izquierdo para dar un respiro a las apuradas fuerzas de Soult y a Friant. No obstante, esta acción de Augereau hubiera salido mejor si Davout hubiese llegado a la batalla, sin embargo, aún se encontraba distante. A pesar de todo, Napoleón respiró aliviado porque pudo calmar la crítica situación de Soult y ganar tiempo.

El Séptimo Cuerpo de Augereau, formado por unos 9.000 soldados, comenzó su avance justo cuando se desató una fuerte ventisca. Como consecuencia de esto, los soldados avanzaron desviándose de su objetivo y acabando en el centro de la posición de Sacken, con unas 70 piezas de artillería que provocaron numerosas bajas. Saint Hilaire tuvo más suerte, pero fue incapaz de romper las líneas enemigas. A eso de las 10:30 de la mañana el panorama en el bando francés era bastante preocupante. El Séptimo Cuerpo fue prácticamente destruido y el centro francés estaba sufriendo muchas bajas que ocasionaron una importante brecha. Bennigsen estaba en posesión de la iniciativa y de la ventaja.

Tras sufrir más de 5.000 bajas, el Séptimo Cuerpo tuvo que resistir la llegada de una columna rusa compuesta por unos 6.000 soldados que entró en Eylau y estuvo muy cerca de las posiciones del propio Emperador. Napoleón, además, se libraría por poco de ser apresado gracias a su escolta personal y a los regimientos de su Guardia Imperial. Esto, a su vez, demostraba la debilidad en la que se encontraba el ejército francés, sobre todo, en su centro. Napoleón, por lo tanto, tuvo que recurrir a la caballería de reserva del mariscal Murat que, además de su propia Guardia Imperial, se mantenía en reserva. A eso de las 11:30 de la mañana Napoleón dio la orden de que establecieran posiciones en el centro y se lanzaran al ataque de las fuerzas rusas que se aproximaban.

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Joaquín Murat, rey de Nápoles y mariscal de Francia (1767-1815)

Los 80 escuadrones de caballería (cerca de 11.000 jinetes), avanzaron los más de 2 km que les separaban de los rusos. Fue una de las mayores cargas de caballería de la historia cargando contra los restos de las tropas rusas que se replegaban de Eylau dividiéndose en dos columnas. Además, cargaron contra el centro de Sacken e infligieron un duro golpe a la artillería que, anteriormente, tantas bajas había ocasionado a Augereau. Cuando los rusos intentaron restablecer las líneas, Napoleón, ordenó que la reserva de caballería de la Guardia Imperial atacara y cubriese, también, a los escuadrones de caballería del mariscal Murat. Junto a a la reserva de caballería de la Guardia, cargaron, además, los escuadrones de mamelucos que cumplieron con su objetivo, pero pagaron, en general, un alto coste en vidas.

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Pintura que refleja una de las mayores cargas de caballería de la historia durante la batalla de Eylau.

Los franceses perdieron 1.500 soldados en esta acción, pero Murat consiguió dar a Napoleón el respiro que tanto necesitaba y hacer que Davout cargara con la mayor parte de la actividad bélica por el sur. A su vez, escondió a Bennigsen la debilidad del centro francés y aumentó la moral de las maltrechas fuerzas de Soult, Augereau y Saint Hilaire. Bennigsen perdió una oportunidad clave para asegurar el éxito de la batalla tomando Eylau y Napoleón estuvo satisfecho con la acción de su caballería siendo un factor determinante. Habría que destacar, además,  el hecho de que acabasen de derrotar a Prusia y esta tuviera que ceder gran parte de sus caballos, los mejores de Europa y mucho más veloces que los rusos.

Si Napoleón hubiese aprovechado el éxito de Murat empleando a su Guardia Imperial, tal vez hubiera conseguido una victoria. Sin embargo, Napoleón era consciente de la presencia prusiana que se acercaba bajo el mando del general Lestocq y que todavía no tenía noticias acerca de la posición del mariscal Ney. Por ello, consideró de vital importancia mantener a su Guardia de reserva. Por otro lado, Davout, junto con las tropas de Saint Hilaire, avanzaron para rodear el flanco derecho ruso de Tolstoi. El centro francés compuesto por Murat, las debilitadas fuerzas de Augereau y las agotadas tropas de Soult, recibieron las órdenes de mantener Eylau y resistir el ataque ruso. Davout y Saint Hilaire consiguieron empujar a los rusos e, incluso,  parecía que iban a conseguir romper las líneas del flanco derecho. Sin embargo, en ese preciso momento, llegaban los tan esperados refuerzos prusianos de Lestocq que reforzaron la debilitada línea rusa de Tolstoi en su flanco derecho.

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La batalla de Eylau, 8 de febrero de 1807: la batalla de la tarde. (CHANDLER, David. Las campañas de Napoleón: un emperador en el campo de batalla, de Tolón a Waterloo (1796-1815). Madrid: La Esfera de los Libros, 2008, pág. 591).

Lestocq consiguió evadirse de Ney, quien aún no había recibido las órdenes de Napoleón de concentrarse para la batalla enviadas a las 8 de la mañana. Éstas fueron recibidas sobre el mediodía. La ventisca impedía que Ney escuchara cualquier tipo de ataque de artillería y ni se imaginaba la batalla que se estaba librando más al sur de su posición. Lestocq llegó a la batalla poco antes de las 17:00 de la tarde y comenzó a atacar el flanco de Davout. De nuevo, los rusos tuvieron la victoria al alcance de su mano y Napoleón, desesperado, no paraba de mirar hacia el norte por si veía algún resquicio del Sexto Cuerpo del mariscal Ney; dado que era el único que podría dar un vuelco a la situación que estaban viviendo los franceses.

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Fuente iconográfica que muestra al mariscal Ney en la batalla de Eylau, junto a un regimiento de la Guardia Montada.

Sobre las siete de la tarde empezó a aproximarse la vanguardia del cuerpo de Ney en Althof. La marcha de Ney al campo de batalla fue muy dura debido a la acción de la retaguardia prusiana que ralentizó su avance. Aunque consiguió apoderarse del enclave de Scholditten, los rusos la retomaron y Ney emplazó sus posiciones al norte de las del mariscal Soult. La llegada de Ney aumentó la moral del ejército francés y frenó en seco la ofensiva rusa que, tras más de 14 horas de lucha, no se había obtenido un resultado esclarecedor.

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El general prusiano Anton Wilhelm von L´Estocq (1738-1815)

Bennigsen se reunió con sus generales y había discrepancias sobre lo que debían hacer. Por un lado, querían conservar las posiciones y continuar con el combate al día siguiente, sin embargo, Bennigsen, era más partidario de retirarse del campo de batalla y, a partir de las 00:00 de la noche, las fuerzas rusas comenzaron poco a poco a movilizarse en dirección este, dejando en la retaguardia a la caballería cosaca para cubrir el repliegue general. Las fuerzas francesas no se dieron cuenta de la retirada hasta bien pasadas las 03:00 de la mañana y, a pesar de todo, no hubieran estado en condiciones de emprender una persecución.

CONSECUENCIAS 

La batalla de Eylau finalizó sin resultados claros. Los costes humanos fueron grandes, no obstante, la máquina de propaganada de Napoleón intentó disimular las bajas hasta un número de 1.900 muertos y casi 6.000 heridos. Sin embargo, hasta las cifras más moderadas  sitúan el número de bajas no inferiores a las 10.000. Nunca se sabrá con exactitud el número de fallecidos totales por parte de Francia, pero podrían a acercarse a las 25.000 muertes. Los rusos, por su parte, perdieron cerca de 15.000 contando, además, las bajas prusianas de Lestocq. La batalla de Eylau se recuerda como una de las más sangrientas de las Guerras Napoleónicas que, aunque con un duro golpe recibido, los franceses, se adueñaron del campo de batalla. Napoleón, consciente de la terrible lección que acababa de soportar, se dirigió al mariscal Soult de la siguiente manera: Mariscal, los rusos nos han hecho mucho daño, a lo que Soult dijo: Y nosotros a ellos, nuestras balas no eran de algodón. 

Los estudios acerca de la batalla dictan que Napoleón y su Grande Armée se salvaron debido a los errores de los rusos más que a las propias capacidades de Napoleón y de sus subordinados, sin contar la sorpendente acción de su mariscal Murat durante la batalla. Bennigsen, por su parte, pudo haber derrotado a Napoleón el día 7, cuando Napoleón se encontraba en gran inferioridad numérica, pero no tenía conocimientos exactos de lo atrevido que había sido Napoleón al querer plantar cara a los rusos. Por otro lado, al día siguiente, Bennigsen no aprovechó los sucesivos ataques al centro francés que, prácticamente, lo asolaron y abrió varias brechas que de haber sido tomadas, la victoria rusa hubiera sido segura. Por último, antes de la llegada de Ney, el flanco izquierdo francés también estaba muy debilitado y de haber atacado Bennigsen, los franceses hubiesen pasado muchos apuros.

En definitiva, la llegada de Lestocq y Ney a la batalla fueron los momentos clave para la conclusión del enfrentamiento.  Aunque Lestocq solo pudo reforzar el flanco derecho ruso de Tolstoi, permitió parar el ataque de Davout que de no haber sido detenido, habría rodeado a las fuerzas rusas y estaríamos hablando de un resultado muy distinto. Los rusos lograron detener a Napoleón en una batalla, un logro sin igual en aquel momento.

La climatología, por su parte, fue un elemento más positivo para los franceses en el sentido de que las tropas evitaron el frío de la noche del día 7 de febrero. Sin embargo, fue muy perjudicial para el Séptimo Cuerpo de Augereau que, por culpa de la ventisca, fueron destrozados por la artillería rusa. Por otro lado, el propio tiempo impidió que los rusos reforzaran sus posiciones como era costumbre construyendo fortificaciones. Si los rusos hubiesen podido hacerlo, la carga de caballería de Murat no habría tenido el mismo éxito.

La batalla de Eylau aparece en la historia como un combate que no tuvo consecuencias claras y se convirtió en el primer revés de Napoleón. Se había pagado un alto precio de vidas para unos escasos o nulos resultados. El mariscal Ney, al término de la batalla, expresaría esta conocida frase: Quel massacre! Et sans résultat.  

BIBLIOGRAFÍA

CHANDLER, David. Las campañas de Napoleón: un emperador en el campo de batalla, de Tolón a Waterloo (1796-1815). Madrid: La Esfera de los Libros, 2008, pp. 573-599.

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