La Conquista de México tuvo la peculiaridad de ser una de las primeras campañas europeas en América. Los hombres de Hernán Cortés se enfrentaron a ejércitos muy numerosos, pero tuvieron de su parte mejor armamento como las armas de pólvora y acero. Esta es la historia de cómo unos pocos cientos de hombres conquistaron uno de los mayores imperios de Latinoamérica, el Imperio Azteca gobernado por los mexicas.

Organización y tácticas de los ejércitos cristianos

El final de la Edad Media estuvo caracterizado por la tímida aparición de los primeros ejércitos profesionales en Europa, aunque en esta primera etapa serán muy medievales aún. En la Península Ibérica, en 1492, los Reyes Católicos conquistan finalmente el Reino Nazarí de Granada culminando así la llamada Reconquista. Además, en ese mismo año, el navegante Cristóbal Colón descubre un nuevo continente, la futura América, atravesando el océano Atlántico con una pequeña flota. Los ejércitos cristianos (Castilla y Aragón) tendrán que prepararse rápidamente para las nuevas campañas que se avecinan.

Los ejércitos que servían a los reyes de Aragón, Castilla y Navarra en los últimos años del siglo XV y los primeros del XVI eran el resultado de una lenta evolución en la que se mezclaban características antiguas y otras muy modernas. El primer elemento de donde nacían los ejércitos españoles de la Edad Moderna fue la tradición medieval europea. “Los ocho siglos de la Reconquista seguían teniendo una gran influencia en la forma de guerrear de castellanos y aragoneses. Casi todos los cargos e instituciones militares tenían origen en aquellos tiempos[1].

En 1496, las ordenanzas dictadas por el rey Fernando para la guerra del Rosellón, los ejércitos españoles quedaron ordenados en “coronelías”, compuesta cada una por veinte “capitanías” de doscientos cincuenta soldados aproximadamente[2]. Respecto a las llamadas “coronelías”, fueron creadas e ideadas por el famoso estratega militar Gonzalo Fernández de Córdoba, más conocido como «El Gran Capitán», en las guerras de Italia.  Esta organización contaba con unos 6.000 hombres y a su vez divididos en varias ramas como piqueros, rodeleros, arcabuceros y ballesteros.

El Ejército Español en la Conquista de México (1518-1521)
Gonzalo Fernández de Córdoba, conocido como el «Gran Capitán» reformador del ejército español. Autor: Augusto Ferer Dalmau.

En la campaña que realizó Hernán Cortés contra el Imperio Azteca seguirá un buen número de estas pautas, aunque por su grupo reducido de hombres al comienzo de esta, unos 500 soldados, no podrá realizar divisiones tan grandes como las coronelías, pero si realizará varías capitanías. Además “En las Indias, la expansión queda encomendada a unidades irregulares voluntarias, cuyo nombre más apropiado sea el de “compañas” o “compañías”, que agrupan combatientes de todas las armas en un número muy reducido y que esperan su recompensa del reparto del botín[3].

Sobre las tácticas utilizadas en la campaña de la conquista de México serán diferentes a las utilizadas en el continente europeo. En América, Cortés y sus hombres se van a encontrar con otra forma de lucha por parte de los aztecas, por lo que tendrán que cambiar su forma de ver el campo de batalla. Por ejemplo, en Europa era corriente que los piqueros lucharan en formaciones cerradas para hacer frente a las cargas de caballería que tantos quebraderos de cabeza habían dado en la Edad Media. En América esto no se va a dar debido a que los mexicas no conocen el caballo, es más será la primera vez que vean un animal tan grande a parte del ciervo. “Por esta razón los caballos serán conocidos como Ciervos de Castilla[4].

Siguiendo con lo anteriormente explicado, la caballería también tenía su propia forma de luchar, principalmente había dos tipos de formas de cabalgar. La primera de ellas llamada “a estribo” se daba en toda Europa, y era la forma de luchar de la caballería pesada, es decir, cargando contra las filas enemigas y equipado con una armadura de placas y una lanza de grandes dimensiones. La otra forma, que es la que se dará sobre todo en la conquista de las nuevas tierras será la de “a jineta”. Coloquialmente esta forma era conocida como la forma en la que cabalgaban los moros en la Península Ibérica en tiempos de la Reconquista.

La caballería que luchaba “a jineta” era una caballería ligera armada con una lanza de poco grosor y un escudo ligero llamado “adarga” que fue tan útil que se mantuvo hasta el siglo XVIII en las zonas de Norteamérica donde existían presidios españoles. Volviendo a América, los españoles tendrán que vérselas como decíamos con nuevas características,sobre todo naturales. Son famosas las espesas selvas de la zona de Centroamérica. Las tropas de Cortés siempre intentarán luchar en espacios abiertos donde la superioridad enemiga no importaba, ya que podían desplegar todo su potencial.

Otras tácticas que comenzaron a ser comunes a finales del siglo XV fue el uso de armas de fuego portátiles o de mano. Tras las batallas de Garellano y Ceriñola, ambas en 1503, durante la Primera Guerra de Italia se demostró que esta nueva tecnología sería clave en los próximos conflictos armados que se dieran.  La  pólvora fue sin duda la gran revolución del Renacimiento. Otra misión que se le dio fue en el uso de piezas de artillería de mayor tamaño para destruir las murallas durante el asedio de ciudades.

Esto quedó demostrado muy pronto, en 1453 con la caída de Constantinopla en manos de los turcos. A pesar de todo esto, la expedición de Hernán Cortés también será una excepción, ya que las piezas de pólvora no serán abundantes hasta fechas tardías como 1521, cuando cae finalmente Tenochtitlan.

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Ejército Imperial Español en Vicenza en 1513, durante las guerras de Italia. Autor: José María Bueno Carrera.

Características de la expedición de Hernán Cortés 

En 1511, el extremeño Hernán Cortés había llegado a Cuba. Participó en su conquista e incluso llegó a ser alcalde de la ciudad de Santiago de Cuba. Años después organizó una expedición con el consentimiento de las autoridades para poder explorar las costas de la zona de Yucatán. En esta expedición, que partió de Cuba en noviembre de 1518, contaba con una serie de características militares muy importantes que desarrollaré de aquí en adelante.

La expedición por supuesto era una empresa privada, ya que no estaba financiada por la corona sino por el capital propio de varias personas, pero lo cierto es que si debía tener el consentimiento de la corona, si los obtenía podía llevar las insignias reales[5]. El convoy estaba formado por once naves, cuatro de ellas eran naos de gran tonelaje para transportar todo tipo de material. Además este tipo de naves eran muy útiles para los viajes de largas distancias.

Para el viaje, Cortés contaba aproximadamente con 530 europeos, 40 marineros y 5 navegantes experimentados. “Hay que destacar que los marineros y los navegantes eran los únicos que cobraban paga, debido a que no podían bajarse de las embarcaciones para obtener un botín de las luchas[6]. Asimismo a estos europeos se les unía también varios cientos de esclavos negros para realizar labores de diversa índole. Centrándome en el personal europeo, la gran mayoría eran soldados, pero había una amalgama de personal. A estos soldados les acompañaban varios frailes, médicos, carpinteros, escribanos, maestros artilleros e incluso alguna mujer.

Las fuerzas militares llevadas en los barcos eran una mezcla igualmente variopinta. Entre los hombres de Cortés había de todo, aunque predominaban los soldados que venían de familias campesinas pobres, que viendo la ocasión se habían presentado voluntarios para intentar buscar riquezas o una vida mejor. “Por otra parte también existía un contingente de personas nobles, aunque eran nobles de segunda clase, arruinados o hijos no primogénitos de familias importantes que habían marchado en busca de fama o tierras de las que vivir[7].

Estas fuerzas se dividían principalmente en tres tipos, primero una gran masa de infantería, luego la artillería y finalmente un grupo muy reducido de jinetes montados, pero no menos importantes. En esta masa de soldados a pie estarían los provenientes de las familias pobres y campesinas, la caballería en cambio estaba formada por estos pequeños nobles e hidalgos. La artillería hay que tenerla en excepción, ya que aunque no eran nobles, eran expertos en el uso de estas nuevas piezas de pólvora.

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Perros de guerra usados por los españoles.

Como se ha dicho anteriormente, la gran masa de soldados a pie eran de procedencia campesina, pero esto no tenía nada que ver con su actuación en batalla. Estos hombres años atrás habían combatido en tierras italianas contra los franceses, donde se produjeron batallas muy duras, por lo que estaban acostumbrados a ambientes adversos.

La artillería. “Estas grandes piezas de pólvora no eran decisivas como lo serían en siglos venideros, sobre todo en el XIX, ya existía desde el siglo XV un número importante de piezas artilleras lo suficientemente variado como para que su presencia o ausencia en una determinada batalla tuviera cierta influencia en el desarrollo de la misma[8]. En las once naves de Cortés se transportaron 14 piezas de artillería, cuatro falconetes y diez culebrinas de bronce.

Para acabar hay que mencionar a los especialistas sanitarios. La sanidad, si es que se puede llamar así, estaba muy poco desarrollada a comienzos del siglo XVI, aunque había habido avances, ya que durante la Alta Edad Media la medicina era un menester de de la Iglesia. Con la aparición de las universidades esta disciplina comienza a enseñarse más ampliamente. Principalmente había dos tipos de sanitarios, los médicos y los cirujanos. “La cirugía estaba relegada a un segundo plano y era considerada un oficio manual. El oficio se aprendía tras tres años de teoría y dos de prácticas[9].

La primera universidad que dio posibilidad de realizar estos estudios fue la de Valencia en 1503.  Los médicos eran mejor considerados en la época que los cirujanos (que incluso hacían el trabajo de barbero muchas veces). Los médicos en muchas ocasiones trabajaban para los reyes y formaban parte de de la cámara de estos.

En la expedición de Cortés fueron unos pocos cirujanos que sin duda no eran de los mejores, como todos los integrantes de la expedición eran personas humildes con poca formación pero que al menos daban un trato mejor del que podía recibir un campesino en la Península Ibérica, que era ninguno. “En la época no se sabía nada de bacterias, microorganismos ni virus. Media docena de las enfermedades actuales eran englobadas en el llamado “mal miserere”. Tenían tal nombre porque si uno lo padecía solo quedaba pedir misericordia  a Dios[10].

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Culebrina española durante los combates en Tenochtitlan en 1521.

Uno de los remedios más comunes para tratar heridas por arma blanca era el derretir encima de la herida grasa animal. Este remedio era de un dolor extremo pero desinfectaba  el corte y cortaba la hemorragia, valga la redundancia. “En mitad de las campañas a los conquistadores se les acababa este tipo de unto. Para fabricar más no dudaban en recoger cadáveres de los indios para quemarlos y derretirlos y extraer la grasa[11].

Los medios disponibles: armas y armaduras

El final de la Edad Media y el comienzo de la Edad Moderna vio nacer los nuevos tipos de armas que funcionaban con pólvora, ese elemento que llegó desde la lejana Asia y que los europeos utilizaron para revolucionar la guerra. Ya hemos visto anteriormente que Hernán Cortés dispuso primeramente de 14 piezas de artillería, arma de pólvora de gran calibre, pero el equipo que más abundaba era el portátil, de pequeño tamaño, como los arcabuces. A pesar del uso ya regular de la pólvora en los ejércitos europeos, la mayoría de armas eran provenientes de finales del medievo, tales como ballestas, espadas y picas. En lo referido a protecciones (petos, grebas y cascos) eran de origen también medieval.

El arma básica de todo combatiente a comienzos de la Edad Moderna y en la Conquista de América fue la espada. Realizada en acero y bien afilada. Desde la Edad Media esta arma había cambiado mucho en cuanto a la forma de la hoja y el peso. Normalmente siempre fueron de dos tipos, las espadas a una mano o a dos manos. Las primeras podían utilizarse junto a un escudo, las segundas eran pesadas y de gran longitud. Estas grandes espadas eran utilizadas para partir las picas, pero en América no serán muy comunes y solo segundas expediciones las llevarán. El Renacimiento dio a los soldados de infantería la que sería su arma predilecta por varios siglos, la espada ropera. De filo recto y bastante gruesas al principio pero ideal para su uso en la esgrima.

Otra arma que fue utilizada, aunque era menos común, fue a pica. La pica se había creado a mediados de la Edad Media y era utilizada para crear muros con los que parar a la poderosa caballería protegida por cotas de malla y corazas. La pica era una evolución de la lanza a la que se le había dado más longitud, llegando a los 5 metros. Al desplegarse una formación de piqueros creaban una barrera casi infranqueable. “Sin embargo, era un arma embarazosa, casi inútil en la refriega. Personalidades como Nicolás Maquiavelo y Mauricio de Nassau la consideraban inferior a la espada y la rodela, como bien demostró el Gran Capitán en las campañas italianas[12].

En México no existían caballos, por lo cual su uso quedó relegado a un segundo plano. Los españoles las sacaron bastante partido cuando asaltaban las grandes pirámides aztecas. También la pica en América volvió a su esplendor cuando las tropas de Hernán Cortés se enfrentaron en un combate convencional a las de Pánfílo de Narváez que había sido enviado por el gobernador de Cuba, Diego Velázquez a detener al conquistador extremeño, puesto que fue considerado un rebelde. “Gracias a estas armas el soldado español tenía una enorme ventaja, que los indígenas sólo podían contrarrestar con su abrumadora superioridad y conocimiento del terreno[13].

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Rodelero y piquero de las tropas de Hernán Cortés que participaron en la Conquista de México.

En armas a distancia, el soldado español disponía principalmente de dos, la ballesta y el arcabuz. La ballesta había tenido una influencia más que notoria durante la Edad Media y fue utilizada por todo tipo de gentes a lo largo de la historia, desde cazadores a asesinos. Esta arma presentaba un aspecto bastante simple, pero nada más lejos de la realidad, ya que estaba formada por engranajes unidos que incluían un disparador para realizar el disparo cuando el usuario quisiera. “Era muy utilizada en la defensa de los barcos también, y su uso podía hacer muy difíciles los abordajes, además tenía un rango de disparo de unos 100 metros[14].  Destacan los talleres de ballestas de Barcelona y Génova que llegaron a producir estas armas en una gran calidad.

El arcabuz es la otra gran arma a distancia portátil de la que dispondrán los hombres de Cortés. Como hemos visto las armas de pólvora se hicieron comunes a finales del siglo XV y principios del XVI. El arcabuz va a ser la primera arma de este tipo que sea de uso regular en los ejércitos europeos. Antes de la aparición definitiva de esta arma se había experimentado con otras similares como la espingarda o la escopeta. Todas ellas estaban formadas por un tubo de hierro reforzado con madera. La recarga se efectuaba por la boca en donde se añadía pólvora, el proyectil de plomo y finalmente un trozo de tela para que hiciera presión y tapara huecos para el escape de gases.

El disparo se realizaba mediante una mecha que se acercaba a un orificio que tenía el cañón al final donde se encontraba el proyectil con la pólvora. La mecha se acercaba bien de forma manual con la ayuda del tirador o bien con un sistema que hiciera la acción de forma mecánica. La segunda opción fue la más acogida finalmente y todas las armas comenzaran a utilizar este sistema, ya que permitía al soldado no perder de vista a su objetivo mientras realizaba el disparo.

Pasamos al equipamiento de protección del soldado. Principalmente los soldados de Cortés iban protegidos con petos, corazas, grebas, rodelas y yelmos metálicos. Estas protecciones les ofrecían una enorme ventaja frente a sus enemigos en América. Las armas de los aztecas y otras tribus no estaban realizadas en hierro u otros metales sino en obsidiana, un material que tallado de cierta manera dejaba un filo muy cortante, pero que no podía hacer nada contra una cota de malla o un peto que llevaba un jinete castellano.

Durante el siglo XVI y XVII habrá numerosos tipos de protecciones que finalmente se perderán en el siglo XVIII dejando paso al uniforme militar tal y como lo conocemos hoy día. Los petos metálicos era la protección más extendida entre la tropa y se colocaban mediante unos broches en el costado y al lado de los hombros. Este equipamiento permitía parar las flechas enemigas pero el sol de los trópicos calentaba el metal hasta que se hacía incomodo su uso. Los soldados de Cortés no dudaron en adoptar durante la campaña las protecciones pectorales que usaban los indios, que estaban realizadas en algodón acolchado, “el propio Hernán Cortés llevaba una de estas armaduras de algodón[15]”.

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Equipo del soldado español a comienzos de la Edad Moderna, siglo XVI.

Las prendas de cabeza eran muy diferentes, los jinetes era común que llevaran la “celada” que tapaba todo el rostro, pero la infantería utilizaba una gama variada. La infantería expedicionaria que se encontraba en México utilizaba comúnmente el famoso “morrión”, un casco que será identificado siempre con la Monarquía Hispánica y su imperio.”Presentaba un borde amplio, con curvatura y los extremos muy característicos. El modelo español no presentaba cresta en la parte superior, en cambio el modelo italiano si tenía[16]. Otros tipos de cascos eran la no menos famosa “borgoñona” y el “capacete”, el primero disponía de visera como si se tratara de una gorra actual y el segundo era un modelo semicircular, muy usado por arcabuceros y ballesteros al no impedir la visión.

Finalmente para terminar hacer una mención especial a la rodela. La rodela es un pequeño escudo metálico que portaban algunos soldados de la expedición. En Europa, en 1518 se estaba dejando de usar, y muy pocos soldados eran equipados con ellas. Se utilizaba junto a una espada, esta combinación era letal. En la conquista de México, los rodeleros podían protegerse de las flechas y golpes enemigos. En Europa eran utilizados para introducirse en los cuadros de picas y romper la formación.

Las actuaciones contra el Imperio Azteca 

Hernán Cortés y sus hombres no tardaron en enfrentarse al ejército del que disponía el gran Imperio Azteca. Tras unos primeros contactos bastante pacíficos y amigables, las relaciones se degradan rápidamente y comienza la lucha por el poder. Los enfrentamientos serán numerosos durante toda la conquista de México hasta la caída de la capital azteca en 1521. Las zonas boscosas eran ideales para tender emboscadas a los soldados europeos y las escaramuzas se sucedían. A pesar de todo se dan varios episodios importantes: la Noche Triste, la batalla de Otumba y finalmente el asedio de Tenochtitlan. “Los europeos van a buscar siempre paisajes despejados donde puedan desplegar todo su potencial y la caballería pueda actuar[17]”.

Comenzando en orden, primeramente trataré la Noche Triste. La Noche Triste sucedió entre el día 30 de junio y 1 de julio de 1520 y fue el mayor desastre que sufrieron los españoles junto a sus aliados tlaxcaltecas. La expedición española se encontraba dentro de la ciudad de Tenochtitlan desde hacía ya algún tiempo. En un momento dado, Hernán Cortés tuvo que salir de la urbe a combatir a la expedición de Pánfilo Narváez que había llegado para capturarle, pero que posteriormente se unió a los hombres del conquistador extremeño. Los castellanos en ausencia de su líder quedaron a cargo de Pedro de Alvarado. Este oficial, parece ser que se dejó influenciar por las noticias que traían sus aliados indígenas sobre que los mexicas estaban preparando un ataque para liberar a su emperador, Moctezuma II. El líder mexica estaba como rehén de los españoles desde su entrada en la ciudad y era su salvoconducto de que los guerreros que había en la capital no masacraran a los españoles.

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La Noche Triste, 30 de junio al 1 de julio de 1520. Los españoles son diezmados en la capital azteca.

Influido por estas ideas, Pedro de Alvarado mandó eliminar a toda la aristocracia que estaba reunida en el Templo Mayor. A partir de aquí, la población azteca comenzó a dar signos de rebeldía. La llegada de nuevo de Cortés no calmó los ánimos y los españoles se vieron cercados en el palacio de Moctezuma II. Los líderes españoles instaron al emperador mexica a que se asomara al balcón para que intentara sofocar los disturbios, pero una andanada de flechas y piedras le derribaron y acabaron con su vida. Esa misma noche, la expedición sabía que no podría aguantar mucho más en el interior de la ciudad, por eso con el manto de la oscuridad intentaron salir en silencio, vigilando que no hubiera ningún ruido ni un relincho de caballo. “Fue entonces cuando se cuenta, que una anciana les vio y dio la voz de alarma, sonaron tambores y miles de antorchas iluminaron  la ciudad, mientras los gritos de guerra resonaban contra los muros[18].

Los españoles se estaban retirando por un pequeño puente realizado con pontones, ya que los aztecas habían cortado otros accesos. Los hombres de Cortés fueron atacados por los lados con flechas provenientes de las canoas y los grupos de atrás fueron masacrados por la gran cantidad de enemigos. “Artillería y pólvora se perdieron en su totalidad, también el 90% de lo saqueado y solo sobrevivieron 23 caballos[19]. Las bajas humanas también fueron considerables, ya que perdieron la vida entre 600 (según Bernal Díaz del Castillo) y 800 españoles, además de miles de aliados tlaxcaltecas que quedaron cercados también en la ciudad. “Muchos de los caídos fueron sacrificados a los dioses según la tradición azteca y otros se ahogaron cuando intentaron escapar a nado pero sus impedimentas o el pesado botín les arrastraron al fondo[20].

Derrotados los españoles, estos se retiraron en condiciones pésimas hasta el Valle de Otumba donde el 7 de julio los aztecas les acorralaron, la batalla decidiría el final o no de la expedición de Hernán Cortes y sus oficiales, pues si eran derrotados perderían la vida o en combate o en manos de los mexicas. Las fuerzas enfrentadas estaban muy descompensadas en número, puesto que los españoles eran unos quinientos (más cien aliados indígenas) y los aztecas miles, comandados por el mismísimo Ciuacoalt, primer ministro y mano derecha del emperador.  Los soldados de Cortés se posicionaron de tal manera que pudieran protegerse los unos a los otros, con las rodelas por delante para parar los dardos y flechas enemigas.

Los indios se abalanzaron contra los soldados extranjeros a los que habían creído dioses pero que sangraban y morían como cualquier mortal. Los castellanos, muchos de ellos heridos y sobre todo exhaustos aguantaron el empuje. En este encuentro, fue decisiva la utilización de la caballería de Cortés, que “contaba con 16 jinetes, la gran mayoría eran hidalgos como Juan de Salamanca, el propio Cortés, Alonso Ávila o Pedro de Alvarado[21]. Los jinetes castellanos se lanzaron a la carga una y otra vez contra las formaciones aztecas hiriendo a los guerreros en el rostro con sus lanzas. “A medio día los soldados españoles estaban agotados y llenos de heridas, con el sudor y la sangre corriendo a chorros por el interior de sus armaduras. Centenares de indios yacían a sus pies, pero no se veía merma alguna en el número de guerreros que tenían enfrente[22].

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Jinetes cargando en la batalla de Otumba, julio de 1520. Autor: Augusto Ferrer-Dalmau.

La infantería española se protege de los golpes de las mazas y los macuahuitles mexicas con sus corazas y protecciones metálicas y con la famosa rodela. Los indios intentan abatir a los extranjeros barbudos levantando  su armas hasta arriba para asestarles un golpe contundente, pero antes de que lo puedan hacer, el infante español ha atravesado su armadura de algodón y sus tripas con la espada de acero. “Todo el que podía empuñar un arma fue puesto a combatir contra los indígenas, incluso las mujeres, a destacar la andaluza María Estrada, que desde la Noche Triste iba armada con lanza y adarga[23].

En una de sus muchas cargas, los jinetes deslumbraron en una pequeña colina, tras numerosos guerreros, un grupo de altos oficiales con sus pintorescos símbolos de colores llamativos. Hernán Cortés da la orden de capturar el estandarte que portaba el dirigente azteca, Ciuacoalt a su espalda.

«Antes de dar la orden, el extremeño coge aire y al grito de “Santiago y cierra España” se lanza junto a otros cinco jinetes[24]. La tarea no es fácil, pero finalmente se consigue, de un lanzazo, Juan de Salamanca acaba con la vida del jefe del ejército y también sumo sacerdote azteca. El hidalgo captura el estandarte enemigo y galopa con el alzándolo. El ejército mexica se descompone al ver esta acción y huye de forma desorganizada. Para acabar finalmente con la acción, los castellanos persiguen a su enemigo y acaban con cientos de indios, la victoria de Cortés es un hecho.

La derrota de las fuerzas aztecas en Otumba el 7 de julio de 1520 tuvo grandes consecuencias. La primera de ellas fue que la expedición de Cortés no fue eliminada y pudo retirarse a territorio amigo para poder descansar y reorganizarse, la segunda consecuencia y no menos importante fue que la moral azteca se vino abajo. Los españoles acabaron con la vida del sumo sacerdote, alguien considerado la reencarnación de los dioses. “Los aztecas habían gobernando atenazando a las gentes con el temor a los dioses. Dioses que veían caer bajo el ataque de los españoles, que los despreciaban, que se reían de ellos, sin que ningún castigo llegara de los cielos[25].

Meses después de la batalla, «la expedición estaba totalmente recuperada, y no solo eso, además habían llegado refuerzos de Cuba, Jamaica y Santo Domingo con nuevas piezas de artillería y caballos[26]. La estrategia que siguió Hernán Cortés a partir de este momento fue el de ir conquistando y ocupando territorios enemigos poco a poco, la ayuda del reino de Tlaxcala fue vital debido al gran número de guerreros que podían movilizar para los españoles.

El Ejército Español en la Conquista de México (1518-1521)
Caída de México-Tenochtitlan en 1521 tras los sucesivos ataques de los españoles.

Finalmente la ciudad de Tenochtitlan fue aislada, los suministros no podían llegar. En mayo de 1521 comenzó el asedio definitivo. “Para entonces Cortés tenía 900 infantes, 86 jinetes, 100 arcabuceros y ballesteros y muy pronto 13 bergantines[27]. Los combates se alargaran durante tres meses hasta agosto de ese mismo año. La ciudad es bombardeada y los asaltos españoles se repiten, aunque la población y los guerreros en su interior son mayores en número, pero están siendo hostigados por el hambre y las enfermedades. Este es un punto importante, la llegada de las enfermedades europeas al continente americano, por supuesto no fue intencionada, pero produjo unas consecuencias horribles. Los indios no estaban inmunizados contra este tipo de enfermedades del Viejo Mundo, por lo cual su índice de mortalidad fue muy alto, incluso el propio emperador azteca Cuitláhuac murió de viruela en noviembre de 1520, a este le sucedió Cuauhtémoc.

Los españoles fueron estrechando el cerco mes a mes, hasta que finalmente se enfrentaron a los aztecas por última vez. “Durante el asedio no todo fueron victorias, en las estrechas calles de la capitán mexica hubo por ejemplo la captura de 70 hombres que fueron sacrificados a los dioses[28]. Al finalizar la batalla, los miles de aliados indígenas que lucharon juntos a los castellanos arrasaron la ciudad y acabaron con la vida de muchos de sus habitantes. Llegados a este punto los españoles capturaron al emperador azteca Cuauhtémoc, que intentaba huir de la urbe en una canoa. El imperio azteca cayó finalmente con esta última acción de las tropas españolas y su antiguo emperador fue ahorcado años más tarde.

Tras la conquista del Imperio Azteca 

Tras la conquista del Imperio Azteca, el Imperio Español se anexiona un gran territorio en el Nuevo Mundo lleno de recursos. La expedición de Hernán Cortés se disuelve y México comienza atraer a colonos europeos y todo lo que ello conlleva. El aspecto militar ahora pierde verdadera importancia, ya que en los territorios americanos no existirá un verdadero ejército como el que pueda tener España en Flandes o Italia. “El frente americano será hasta la llegada de Felipe II secundario, las ciudades y territorios estaban defendidos por milicias y huestes[29]”. La Monarquía Hispánica se verá inmersa en numerosos conflictos de gran importancia en Europa, a los cuales tendrá que destinar gran cantidad de recursos, por lo que “hasta 1559, a América, para su protección se destinaban 31 ducados anuales, algo ridículo[30].

En América se construirán varias fortalezas para proteger lugares claves, pero no tendrán que ver con las fortalezas construidas en la Península Ibérica o en Europa, con sus bonitos diseños italianos. “En la fortaleza de Santo Domingo había una guarnición de 35 hombres solamente, debido también a que muy pocas personas querían alistarse[31]. Algunas de estas construcciones eran débiles y a mediados del siglo XVI se vinieron abajo.

Finalmente otro punto importante sería el enrolamiento de gentes nativas a las milicias españolas. En 1526 la situación fue bastante grave, debido a que un grupo de indios se rebeló contra las autoridades españolas y gracias a la desorganización militar que había, este levantamiento tuvo cierto éxito, aunque luego fuera sofocado. A partir de aquí las autoridades coloniales van a tomar conciencia y van a formar compañías integradas en su gran mayoría por soldados de origen nativo. “Hay que hacer la excepción en Cuba, debido a su gran importancia comercial, formó milicias de calidad[32]. A pesar de todos los esfuerzos, las medidas fueron pocas y no se podrá evitar el asalto de ciudades como Yaguana (1553) y Cartagena (1559) por parte de los corsarios. Los grandes cambios en las fuerzas militares llegaran en el siglo XVIII.

Conclusiones y reflexiones 

La conclusión que podríamos hacer sobre lo expuesto es que, las fuerzas militares españolas que actuaron en la conquista de México no podían considerarse un ejército en todo lo amplio del término. Las fuerzas que actuaron contra los aztecas eran voluntarias y su número no pasaba de 1.000, y esto en las últimas fases. A pesar de todo podemos decir sin duda que su actuación fue brillante debido a su capacidad para adaptarse a un entorno nuevo de lucha como es América.

Las victorias contra los enemigos se consiguieron gracias a dos factores fundamentalmente, primero a que los voluntarios que engrosaban la expedición eran hombres duros que habían estado antes de esta aventura en Italia combatiendo a los franceses, en donde la muerte o las heridas podían alcanzarte con facilidad. Y segundo, debido a la gran calidad en material y tecnología del que disponían los conquistadores. No hay que despreciar el armamento mexica ni mucho menos, pues su equipamiento era mortal y ello se vio en la “Noche Triste” el 1 de julio de 1520. Pero el acero, hierro y demás metales eran mucho más duros y resistentes que la obsidiana.

El Ejército Español en la Conquista de México (1518-1521)
Jinetes españoles combaten a los mexicas durante una refriega tras la Noche Triste, 1520.

Algunos autores han dado importancia al caballo y otros a las armas de pólvora, aunque para mí todo el material tuvo gran repercusión, pero haría especial mención a la espada y la rodela. El infante español normalmente avanzaba entre sus numerosos enemigos protegiéndose con la rodela y dando tajos y estocadas. Parece una visión más propia de la Edad Media y lo cierto es que en Europa la rodela se estaba dejando de usar, pero en América cobró una renovada trascendencia.

Hubo otro factor indirecto que ayudó a los conquistadores, las enfermedades, una de las más comunes fue la viruela. La viruela era bien conocida en Europa y la gran parte de la población se había inmunizado a sus síntomas después de que sus antepasados sobrevivieran a ella. Los indios como hemos visto fueron exterminados en su mayoría por estas enfermedades. Hubo miles de muertos y la población indígena sufrió un duro golpe.

Las batallas aunque muy numerosas pero no de grandes magnitudes. Lo que más se dio en la campaña de conquista entre 1518-1521 fueron las escaramuzas entre los expedicionarios y grupos de indios. La que más relevancia tuvo por el contexto en el que sucedió fue Otumba, el 7 de julio de 1520. Aquí los castellanos se jugaron el tipo y lograron derrotar a un ejército muy superior en número gracias a la disciplina y a la visión táctica de los oficiales que les comandaban.

Asimismo hay que tener muy en cuenta la ayuda que recibieron los hombres de Cortés y el propio conquistador extremeño de los reinos y civilizaciones que habitaban Centroamérica a parte de los aztecas. Sus aliados más importantes fueron las gentes del Señorío de Tlaxcala que estuvieron fieles a los castellanos durante gran parte de la campaña hasta su final. No hay que olvidar que los aliados indígenas fueron los que más guerreros aportaron a la lucha contra los aztecas.

Finalmente acabar diciendo que tras los esfuerzos llevados a cabo en la conquista de México, el territorio se vio desprovisto de una fuerza militar en condiciones para hacer frente a las adversidades. Las numerosas ciudades que se fundaran deberán esperar varios siglos hasta que las autoridades españolas organicen un ejército regular que protegiera los intereses de la corona.

Bibliografía

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Citas:

[1]MARTÍN, 2001, 59.

[2] MARTÍN, 2001, 62.

[3] NAVARRO, 1993, 484.

[4] MARTÍN, 2011, 64.

[5] MARTÍN, 2001, 45.

[6] MARTÍN, 2001, 34.

[7] MARTÍN, 2011, 48.

[8]GARCÍA, 1993, 361.

[9] VELAMANZÁN, 1993, 67.

[10] MARTÍN, 2001, 104.

[11] MARTÍN, 2001, 104.

[12] ARCÓN, 1993, 354.

[13] MARTÍN, 2001, 85.

[14] ALONSO, 1993, 346.

[15] MARTÍN, 2001, 71.

[16] MARTÍN, 2001, 83.

[17] NAVARRO, 1993, 489.

[18] MARTÍN, 2001, 134.

[19] MARTINS, 2013, 45.

[20] GRANT, 2013, 249.

[21] MARTINS, 2013, 77.

[22]  MARTÍN, 2001, 140.

[23] MARTÍN, 2001, 139.

[24] MARTINS, 2013, 84.

[25] MARTÍN, 2001, 140.

[26] MARTÍNS, 2013, 96.

[27] MARTINS, 2013, 96.

[28] MARTINS, 2013, 96.

[29] MIRA, 1993, 510.

[30] MIRA, 1993, 509.

[31] MIRA, 1993, 511.

[32] MIRA, 1993, 517.

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