«Señor, le recuerdo a vuestra majestad que es necesario y a propósito hacer todo el esfuerzo posible, y cuanto más presto, para liquidar a este Barbarroja, el cual entiendo… que se está haciendo demasiado grande y tiene en aquellas partes grandísima fuerza, y es muy temido, para que después no sea mayor la dificultad y sin duda no se pueda reparar». (AGS, Estado, legajo 1364, doc. 128-129. Galera en Ibiza, 29 de mayo de 1530. Andrea Doria a Carlos V)

Hoy vamos a hablar del antagonista de uno de los corsarios de mayor leyenda y trascendencia en la Edad Moderna, más concretamente en tiempos del emperador Carlos V, y que no es otro que  el famoso Barbarroja. Así nos estamos refiriendo como no puede ser de otra manera  a Andrea Doria, personaje de una vida que podríamos calificar de fascinante y absolutamente intensa, prácticamente sin descanso durante los 85 años que vivió. Como bien explica José Luis Hernández en su  libro «Héroes, villanos y genios» se le encuadra dentro del grupo de héroes nacidos en la península, algo que no es ni mucho menos correcto, pues fue un capitán de mercenarios genovés que lucharía al servicio de Carlos I durante décadas, y que durante toda su vida se enfrentaría a multitud de piratas.

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Su vida comienza el 30 de noviembre de 1466 en Oneglia, ciudad genovesa del Ducado de Milán. Parece ser que nació dentro del núcleo de una familia adinerada, pero por desgracia quedó huérfano cuando solo contaba con diecisiete años. Doria solo tenía dos caminos posibles, como era lo propio de un joven de su posición: el hábito o la vida militar.  Si bien siempre fue un hombre interesado por la guerra, no fue solo esto lo que determino su camino. La realidad es que no podía desembolsar la cantidad suficiente como para comprarse una buena posición dentro del clero, con lo que se dirigió a Roma para entrar en el ejército de los Estados Pontificios, poniéndose al servicio del papa, que por aquel entonces era Inocencio VIII. Pudo entrar gracias a las influencias, puesto que su primo Nicolò Doria era comandante en jefe de la guardia del papa. Así inició su carrera militar y se mantendría a las órdenes del famoso papa hasta su muerte y sustitución por Alejandro VI. Esto marcó un antes y un después para Doria, quien decidió utilizar su habilidad con la espada para hacerse condotiero, es decir, un comandante mercenario con diversos soldados bajo su mando que luchaban a cambio de beneficios económicos, vendiéndose al mejor postor.

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Andrea Doria representado como Neptuno por Bonzino

Su fama llego a raíz de batallas como la de Roca Guillermina en 1503 bajo la contratación del Duque de Urbino, donde demostró sus dotes de mando a pesar de ser derrotados por  los españoles. Tanto fue así que Gonzalo Fernández de Córdoba le sugirió cambiarse de bando, algo a lo que Doria en ese momento  se negó.

Iniciaría su carrera como marino de guerra cuando Génova se rebeló  contra los galos y su rey  Francisco I. Fue nombrado comandante de la flota genovesa a pesar de no tener experiencia como marino, recibiendo además una buena cantidad de dinero a cambio. Consiguió que los franceses se rindieran, lo que afamó aún más si cabe su persona.

Podemos pensar en él como un personaje patriota, pero lo cierto es que para Andrea Doria la fortuna era lo principal, tanto es así que después de estar dos años enfrentándose a piratas acabaría a las órdenes del francés, al que había derrotado poco antes. Esto le costó el rango de capitán general de los soldados desplegados en Italia. Luchar para los franceses suponía un enfrentamiento constante con los españoles, a los que derrotarían en algunas ocasiones, como en el caso de la intentona de conquista de Marsella por parte del conde Carlos III de Borbón, aliado de Carlos I de España. Las tropas imperiales tuvieron que abandonar ante la increíble defensa del sitio por Renzo di Ceri por tierra y Andrea Doria por mar, y el temible ejército de Francisco I, que cada vez era mayor. No obstante y para desgracia de nuestro protagonista los españoles también se apuntarían victorias, como fue la de Pavía, ciudad del Milanesado italiano. La victoria se atribuye en este caso a Antonio de Leyva, que consiguió detener al ejército a base de arcabuz y pólvora. El propio Francisco I fue capturado en plena batalla y poco tiempo después los imperiales ya estaban  obligando  a sus enemigos, hábilmente derrotados a firmar la paz, por supuesto cediendo a sus exigencias.

Es relevante mencionar que el episodio no sentó bien a Doria, quien llegó a mostrar su desacuerdo al propio rey. Un dato que nos revela una personalidad competitiva y ciertamente altiva, dispuesto siempre a ganar. Tanto fue lo que le desagradó el desarrollo de los acontecimientos, que decidió cambiar de patronos, regresando a Italia. Allí se uniría al papa Clemente VII en la afamada «liga del Cognac». Esta liga consistía en  un tratado formado por la Santa Sede, Venecia, Inglaterra, el Ducado de Milán, Florencia y poco después como no, la humillada Francia, para combatir a Carlos I. La alianza tuvo poco éxito, ya que nada hacía frente a las tropas imperiales, que empezaron a derrotarla de manera constante. Así pues, el genovés terminó modificando  nuevamente su bando y asumiendo  de nuevo  las órdenes de los galos,  a cambio de unas cuantas monedas.

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El emperador Carlos V

Pero quiso la vida que cambiara otra vez de bando, esta vez con un antiguo enemigo contra el que ya se había enfrentado repetidamente, sin demasiado éxito, los españoles. La situación se debió a la poco o nada amistosa relación que unía a Francisco I con el almirante, quien a pesar de todo había sido uno de sus principales contratistas. Pero los desplantes y las sucesivas humillaciones propiciadas por Francisco I le habían llevado al límite. El último episodio a manos del rey francés fue su detención. Esta situación la aprovechó el marqués del Vasto, noble napolitano que en esos momentos era prisionero de Doria. Le convenció de que se uniese a la causa de Carlos I, y la verdad es  que no se lo pensó, llegando a ganar por año sesenta mil ducados. No sería, sin embargo, el único privilegio que le otorgaría el español, pues a cambio de aumentar el poderío imperial  en Italia, Carlos y cediendo hacia el patriotismo del marino le ayudo a liberar Génova de la presión francesa, nombrándole, por si eso no fuera poco, caballero de la Orden del Toisón de Oro.

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Retrato de Barbarroja, siglo XVI

Y será aquí donde comiencen sus relaciones con el famoso corsario Barbarroja al que ya hemos nombrado anteriormente y donde tendrá lugar el episodio de Castelnouvo, en el que si bien no participó directamente todo sea dicho, sí que supuso para él el fin de su éxito. Tras años de una pésima situación donde los saqueos, las muertes y el dolor protagonizados por los piratas asediaban al imperio, Carlos I decidió ponerle solución en el año 1533. Pidió ayuda  a la Santa Sede, Portugal, Génova, Nápoles y Sicilia para lanzar una expedición de castigo contra una de las principales bases de los piratas turcos. La consiguió y comenzó a formar una gigantesca flota en Barcelona, de 400 navíos nada menos, al mando de Doria y del mismo emperador. Partirían contra los piratas turcos a partir del 13 junio de 1535 y su primer objetivo sería conquistar la fortaleza de la Goleta, algo que se consiguió con mucho éxito, dejando tras de sí 2000 turcos muertos. La situación fue pésima para el corsario Barbarroja, que no solo perdió hombres, sino 300 piezas de artillería ubicadas en la fortaleza y un centenar de  galeras que tenía amarradas en puerto. Los españoles habían vencido y Doria había aumentado su fama, siendo este acontecimiento uno de los más importantes de su carrera. Ahora bien, a pesar de los intentos Barbarroja no sería capturado. Éste escapó de la amenaza en  Túnez y a los pocos meses ya estaba de nuevo atacando los estados cristianos ribereños  del mediterráneo. Mato y saqueó sin fin las Islas Baleares y las costas catalanas, incrementando la furia del emperador Carlos. A esta situación se le unía la conquista de Hungría y el asedio de Viena por parte del sultán Solimán I, que hacía peligrar en sí mismas todas las posiciones europeas. El propio emperador pensaba que los turcos  serían capaces de hacerse con Italia como explica el experto en historia militar Miguel Renuncio.

La situación no se podía prolongar más, había que frenar a los turcos, de tal manera que Carlos I, junto con el resto de estados de la Santa Liga creada ese mismo año (Venecia, los Estados Pontificios, el archiduque Fernando de Austria y los caballeros de la Orden de San Juan de Malta) provocarían otro  enfrentamiento armado en el que ambos enemigos se volverían a encontrar. La fecha concreta fue el 27 de septiembre de 1538, donde 400 navíos que conformaban la flota cristiana al mando de Andrea Doria se enfrentaron a 150 buques otomanos al mando del corsario en las costas de Previsa, al suroeste de Grecia, pues Barbarroja y por acuerdos con Solimán se había hecho con el grado de máximo oficial de la naviera musulmana. Parecía no ser posible más que la victoria imperial ante la desigualdad numérica. Para desgracia de la Santa Liga nuestro afamado protagonista cometería una serie de errores que le costarían la derrota. El principal fue que tardó demasiado en decidir la forma de atacar a los otomanos, lo decidió el 26 de septiembre: haría desembarcar a 15.000 hombres y algunos cañones ligeros al mando de Francisco de Sarmiento en el flanco derecho de la bahía para que tomaran por la fuerza el fondeadero y obligaran a Barbarroja a separar sus naves de tierra. Sus oficiales se negaron, de manera que Doria sin tener plan de ataque ordenó a sus naves retirarse hacia el islote cercano de Sessola para estar más protegidos. Los musulmanes vieron este momento como el mejor para atacar a los cristianos y así lo hicieron. Ya era inútil pararse a pensar, la batalla había comenzado.

El siguiente error fue la falta de reacción de Doria, que provocó que el flanco derecho católico se viera pronto superado por la vanguardia de Barbarroja. El almirante dio órdenes de poner rumbo a tierra, pero sus órdenes nunca se llegaron a cumplir. Doria encargó al rey de Sicilia un bergantín para ir él mismo a pedir a los generales que avanzaran hacia el enemigo, algo que tampoco hicieron, a excepción de 9 galeras. 9 galeras donde iban personajes como el maestre de campo Francisco de Sarmiento, el capitán Villegas de Ulloa y el marino Machín de Munguía, quien se enfrentó a tres galeras turcas junto con sus hombres y salvó su vida después de que su buque quedara a la deriva.

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Batalla de Previsa, cuadro de Ohannes Umed Behzad en el «Museo Naval de Estambul»

Es innegable que lucharon con heroicidad como también lo es que de nada sirvió pues el almirante no consiguió motivar a sus hombres y se vio obligado a plantar retirada mientras los turcos destrozaban uno de los mejores barcos, el Condulmiero. La batalla fue un desastre pues miles de hombres fueron apresados y gran parte de las naves hundidas, en total unas 40, de entre las cuales cinco eran españolas. Los venecianos establecieron como culpable de lo ocurrido a Doria, cuya fama cayo de golpe, siendo totalmente ridiculizado.

Un año después se produciría la toma de Castelnouvo por Barbarroja como respuesta a la propuesta de Carlos V de unirse a su causa. La negativa de Barbarroja fue el desastre de nuevo para los españoles, a los que Doria no quiso ayudar arriesgando sus 47 barcos ante el temido turco,  ya que  sabía de lo que el corsario era capaz. De tal manera, que como hemos comentado esto supuso definitivamente su caída, su derrota frente al otomano al que, cabe destacar,  nunca llegó a vencer. Hemos hablado de los principales enfrentamientos que hubo entre estos dos personajes, tomando como punto clave la fecha de 1533. Sin embargo unos años antes ya se habrían producido ciertos contactos entre ellos, como es el caso de la fallida expedición que realizó Doria en el año 1530, persiguiendo a su enemigo en Cherchell, donde se habían asentado muchos moriscos españoles atraídos por la figura de Barbarroja.

Lo que pasó allí nos lo narra Prudencio de Sandoval en su obra «Historia de la vida y hechos del emperador Carlos V» (Biblioteca de Autores Españoles, LXXX-LXXXII, Madrid, 1955, Ed. Atlas), encargada por el nuevo rey Felipe III nada más morir su padre (Felipe II), con el objetivo de honrar a su abuelo el emperador Carlos, y que ya estaba terminada y editada en 1605 :

«Andando en esto, salió Andrea Doria por mandado del emperador en busca de Barbarroja, a vengar la de Portundo, con treinta y ocho galeras, y entre ellas las de Francia, que ya el rey Francisco estaba amigo del emperador, aunque se sospechaba otra cosa, perdonando a Andrea Doria; el cual supo en Mallorca que Barbarroja tenía sesenta bajeles de remo bien aderezados, aunque la mitad de ellos en Argel y la otra mitad en Sargel(CHERCHELL).

«Partióse luego para Sargel, por ser menos galeotas que tenía Ali,y porque Barbarroja, Cachadiablo y otros estaban en otra parte. «Pensaron las atalayas de Sargel(CHARCHELL), luego que descubrieron la flota de España, que eran los de Argel; y, así, se descuidaron. Mas viendo que era Andrea Doria, quitó de presto Ali los hierros a los cristianos galeotes, que serían más de ochocientos, y metiolos en mazmorras y cuevas, pensando escaparlos, ya que otra cosa no pudiese, porque valían mucho dinero. Barrenó algunos navíos porque no se los llevasen, echó fuera del lugar todos los vecinos para que llamasen quién les socorriese de presto, y él se metió con los turcos en el alcázar.

«Entró en el puerto Andrea Doria sin golpe de artillería. Apoderóse del pueblo y envió tres compañías de soldados nuevos italianos, con Jorge Palavecino, a sacar los cautivos, que luego supo de ellos. Trajeron los cautivos a las galeras y, dándose a saquear a Sargel y a las aldeas con algún desorden, salió Ali con sus turcos sobre ellos, y muchos alárabes de pie y de caballo, que les desconcertaron muy mal y les degollaron muchos, sin poderles valer las galeras aunque se acogieron a ellas. Quedó preso el Palavecín (sic) con más de sesenta, y murieron cosa de cuatrocientos, tornándose Andrea Doria sin tentar el alcázar, con todos los cautivos, dos galeras y seis o siete fustas, corriendo ya el año 30″ (Sandoval, XVIII, XII, t. II, pp. 370-380).

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El desenlace de lo que allí aconteció nos lo relata con brillantez también Antonio de Sosa (editado por Diego de Haedo), quien evoca lo ocurrido en torno a 1580 a través de narraciones de viejos cautivos en Argel que habían vivido en sus propias carnes el episodio, todo, por tanto, a través de recuerdos::

«El príncipe (Doria), temeroso no le echasen al fondo sus bajeles y viendo que no había remedio para los soldados se recoger, se alargó a la mar, quedando aún en tierra más de seiscientos soldados vivos, los cuales los turcos y moriscos cautivaron, en recompensa de los otros cristianos que perdieron. Y haciéndose luego el príncipe a la vela, se fue derecho a Mallorca.» (Haedo, I, pp. 259-260).

Esta derrota marcaría la trayectoria que seguirían los distintos enfrentamientos entre ambos contingentes, desembocando como repetidamente hemos dicho en la caída de prestigio del almirante Doria. Así y ya habiendo perdido la popularidad que un día obtuvo, en los últimos años de su vida se lanzó a la caza de piratas, sin mucho éxito. En 1541 la campaña de Carlos I de asaltar Argel para cobrarse venganza frente a Barbarroja fracasó debido al propio temporal, obligando al genovés a reembarcar a sus soldados. Harto del mar se retiró a su residencia de Génova para disfrutar de su fortuna atesorada con los años, fortuna que intentaron arrebatarle. Pero al final y tras conseguir  modificar la ley de Génova para evitar que le quitasen su fortuna y poder, decidió regresar al mar con nada menos que ochenta y cuatro años y medio ciego. Combatió a los turcos en 1550 y 1552 en dos expediciones contra la ciudad de Sirte, sin salir victorioso. En 1553 regresaría a Génova donde se dedicaría a organizar operaciones militares en las que no participaría, pues acabó muriendo el 25 de noviembre de 1560 con noventa y cuatro años,  con una importante experiencia tras de sí, convertido en una auténtica leyenda, pero sin haber derrotado a su más acérrimo enemigo, y lo calificamos con este término puesto que por el carácter del que gozaba el marino el hecho de ser derrotado por el mismo hombre en repetidas ocasiones hizo que se tomara la afrenta ya de manera personal.

BIBLIOGRAFÍA

-José Luis Hernández Garvi.(2014). Héroes, villanos y genios. Madrid: Edaf.

-Manuel P. Villatorio.(2014). Previsa, donde la heroicidad de los españoles no pudo vencer a la flota de Barbarroja. ABC virtual.

-Dr. Emilio Sola. (2015). 1530: UNA FALLIDA EXPEDICIÓN DE ANDREA DORIA CONTRA BARBARROJA EN CHERCHELL. 3/04/2017, de Archivos de la Frontera Sitio web: http://www.archivodelafrontera.com/wp-content/uploads/2015/11/1530-FALLIDA-EXPEDICIÓN-DE-DORIA-CONTRA-CHERCHELL.pdf.

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